Por entre las tumbas
Un frío día domingo… ¿Qué mejor que salir a recorrer algunos cementerios en Valparaíso? ¿El escogido? El cementerio nº 1 del cerro cárcel de la ciudad. Si me lo hubiesen dicho hace unos años atrás; yo, con una cámara en un cementerio, me hubiera reído a carcajadas. Soy muy miedosa y el hecho de caminar por entre tumbas me produce una horrible sensación de inseguridad. Claro que luego me enteraría que los que hacen daño allí no son precisamente los muertos.
Lo primero que debió haber llamado mi atención es que al entrar hay un pequeño cartel que prohíbe el ingreso con cámaras fotográficas o de video, el problema es que no me percaté de su existencia (soy muy despistada), así que comencé a sacar fotos a diestra y siniestra sin darme cuenta que estaba infringiendo una ley del cementerio.
Una paz extraña y difícil de encontrar en la ciudad envuelve todo el ambiente, y es aún más extraño, pues estos cementerios se encuentran muy cercanos al agitado mundo de los porteños. Me envuelve un extraño recogimiento. Algunas tumbas están muy abandonadas, datan de años tan antiguos que, de hecho, muchas de ellas se encuentran en deplorables estados (las estatuillas que las adornan se encuentran cortadas, caídas o, simplemente destruidas).
Me descubren (en esos momentos no sabía en que me habían descubierto), un hombre (el cuidador) se me acerca y rápidamente me explica que él no tiene ningún problema en que la gente entre a sacar fotos, pero que le avisen para pedir los permisos correspondientes. Es en esos momentos en donde las explicaciones a las estatuas mutiladas se esclarecen. El hombre me explica que el cementerio tiene esa política, pues a menudo entran personas, vestidas de negro a tomarse fotos en una serie de poses que verdaderamente faltan el respeto de los que descansan en aquél patio. También me explica que, como es posible ver, después del año 1985 (terremoto) y a falta de muros que sean una verdadera protección para el camposanto, se cuelan muchos saqueadores (van preferentemente en la noche por la escasez de luz) que roban las manijas de cobre y bronce de las tumbas, las piezas de mármol, los pies y las manos de muchas estatuas, además de muchos de los grabados y adornos para después venderlos.
Es así como me doy cuenta que, es por ese motivo que el cementerio tiene un aspecto tan abandonado, ya que, a parte de ser muy antiguo y no ser muy visitado, muchas personas que lo merodean no van precisamente con lo que podrían llamarse buenas intenciones.
Me queda un sensación amarga. Es increíble como poco a poco la sociedad ha perdido el respeto por cosas tan fundamentales como lo es el respeto a los que sólo esperan que su descanso eterno no sea interrumpido.
¿No hay alguien que pueda hacer algo? Es así de simple, nadie se preocupa de la protección y muchos de los que habitamos en esta hermosa ciudad estamos enajenados a esta realidad. Día a día el cementerio nº 1 sufre un alto número de saqueos y al paso que va en unos pocos años de seguro tendrán que cerrarlo al público y abrirlo solo para aquellas personas que son parientes o descendientes de los que yacen allí.